Creo que a la mayoría de las personas nos pasa que al escuchar una canción miles de recuerdos aparecen ante nosotros, algunos son bonitos, alegres, y otros son grises, tristes; cada canción que nos gusta tiene el poder de sacarnos una sonrisa en el momento más inesperado, y otras veces esta misma canción nos saca todas y cada una de nuestras lágrimas. Es por eso que un día busqué una canción que me ayudara a sentirme bien cuando no lo estaba, como una canción neutral que puedo escucharla mil veces estuviera triste o contenta, enrabiada o tranquila, estuviera arriba del todo o sumergida en el océano más profundo. Más tarde me di cuenta de que el grupo y todas sus canciones para mi son como un comodín, puedo escucharlas todas y enseguida me siento mejor.
La canción de la que hablo es City of blinding lights de U2; la primera vez que la escuché me quedé alucinada, y años después mi hermano me subió a sus hombros un 3 de julio de 2009 en el Camp Nou para que pudiera ver a Bono cantándola, y los pelos se me pusieron de punta y cada vez que la escucho recuerdo ese día y los pelos se me erizan al instante; después, cierro los ojos, cojo aire y soplo intentando sacar todo aquello que se ha ido pegando a mi sin yo quererlo.