viernes, 11 de febrero de 2011

Recuerdos intactos

 
En alguna que otra ocasión he mencionado la rapidez con la que olvidamos las cosas que nos pasan a lo largo de nuestra vida, pero el otro día mirando fotos de hace ya unos cuantos años, me di cuenta de que hay algo sobre lo que no he olvidado nada. Se trata del hotel que teníamos en casa hará unos tres años más o menos. En eĺ viví toda mi infancia y adolescencia, junto con mi hermano y mis primos. Pero por circumstancias que ahora no vienen al caso, mi família tuvo la oportunidad de venderlo y lo hizo. Recuerdo que cuando mis padres me dijeron que el próximo verano el hotel no abriría, me quedé sin saber que decir, y tuve la sensación que dieciocho años de mi vida se esfumaban de inmediato. Meses después vi como lo tiraban a bajo y sólo quedaba un solar vacío y fue cuando mi madre me dijo que aunque a todos nos doliera, gracias a la venta yo, mi hermano y mis primos podíamos seguir estudiando e ir a la universidad.

Pensé que tarde o temprano acabaría por olvidarme de todo aquello que lo formaba, pero tres años después soy capaz de visualizar mentalmente cada rincón, del olor de las cámaras frigoríficas, del ruido que hacía la cafetera del bar, del timbre que avisaba que la cena de algún cliente ya estaba lista, del olor a toallas limpias... y al tener piscina, tuvimos el privilegio de poder nadar cada día durante todos los veranos; mi madre se encargó de enseñarnos a nadar a mi y a mi hermano, y unos años después, tuve el privilegio de ver como mi primo pequeño también aprendía. Al estar rodeada durante unos seis meses por alemanes, aprendí mis primeras palabras en alemán a los 5 años. También tuve la suerte de poder celebrar mis fiestas de cumpleaños e invitar a mis amigas a dormir allí ya que durante los meses de invierno el hotel permanecía cerrado y teníamos todo el espacio del bar para correr y hacer lo que quisiésemos; y luego las noches de verano jugábamos al escondite en el jardín. En fin, fueron los dieciocho mejores años de mi vida y gracias a que durante todo el año mis padres, mi hermano, mis tios y mis primos comíamos allí todos juntos, es como si ahora en vez de tener sólo un hermano tuviera tres, y en vez de un padre y una madre, tuviera dos y dos. Y eso....es genial.

3 comentarios:

Goyo dijo...

Es curioso ver cómo los recuerdos de la infancia y de la adolescencia se te meten en el alma de semejante manera. Sobre todo los olores, me encanta el modo en que has recordado todos esos aromas.

Anónimo dijo...

Pero es bonito que todo eso aun perviva en tu recuerdo, eso hace que aun este en pie ese hotel y todo lo que viviste en el.

Un beso cielo

Rosa Maria Fiocchetta dijo...

Nunca, nunca, resignes el hotel. Planifica uno para tus hijos y empieza ya!!!con el plano original, ese que tienes en la mente, con mas tus nuevas ideas, en otro lugar, uno que vendan terrenos baratos, uno que sea posible . "En los sueños todo es posible", Basta que lo quieras mucho para que un día sea realidad. Yo los cumplí...casi a todos.