El otro día en clase, analizando un poema, la profesora dijo algo de jugar a los dados; eso me hizo recordar que de pequeña yo solía jugar con mi madre a ver quien adivinaba qué número había salido o quién de las dos se aproximaba más. Eso no tiene nada de especial, pero me di cuenta de la cantidad de recuerdos que vamos dejando por el camino, que seguramente almacenamos en nuestro cerebro, pero que de algún modo se pierden o quedan escondidos y no los recuperamos jamás, a menos que pase algo que haga que esos recuerdos surjan de nuevo. Al pensar esto sentí pena porque a medida que vamos creciendo, sólo recordamos aquellas cosas más cercanas o las que nos marcaron.
No sé, este tipo de recuerdos no son nada del otro mundo, ni siquiera tienen un valor mayor que otros, pero al pensarlo sentí lástima ir por el hecho de ir olvidando estas pequeñas cosas que me sucedieron cuando tan sólo era una niña.
Ahora, hará bastantes años ya, que no juego a los dados.
Buen fin de semana!
2 comentarios:
Yo también jugaba a los dados de pequeño con mi padre, y también, al igual que tú, hace muchísimo que no juego, jejejejejeje.
Al contrario que tú pienso que estos recuerdos sí son importantes, son los pequeños momentos los que son realmente especiales, al menos para mí.
Un besito Morland
No quería decir que no fueran importantes; se me olvidó porner que a la vista de otros puede que no lo sean.
Esto de los dados me sorprendió porque hay cantidad de cosas que dejamos de hacer un día y no las retomamos nunca más o hasta que algo nos recuerda que las hacíamos hace tiempo.
Un beso para ti también Oscuro.
Publicar un comentario