Jugar un partido de fútbol; hacía unos diez años que no lo hacía y quiero decir que aunque no sea el deporte que mejor se me da (por no decir que soy pésima), ayer disfruté como cuando a una niña pequeña le dan un caramelo. Correr de un lado al otro del campo, parar balones, gritar... fue una descarga de adrenalina y la verdad es que la necesitaba ya.
Hoy en las noticias decían que se han empezado a poner las luces de navidad en las calles, y que en los supermercados ya podían comprarse los turrones, polvorones y todas esas cosas que se comen en esta época del año; todo esto me ha hecho pensar en lo rápido que sucede todo y en el poco tiempo que dedico a aprovechar las cosas. Falta un mes y medio para navidad y ya nos bombardean con todas esas cosas, que, al menos a mi, no me gustan; el resto de la gente disfruta con la llegada de estas vacaciones, pero a mi en vez de alegrarme me entristecen; no sé por qué, pero así lo siento. Creo que es una época triste en la que cada vez falta más gente a la que he querido y que me han enseñado muchas cosas; pero también sé que es ley de vida y que en estos casos no se puede hacer nada.
Esta noche toca cena de Halloween y noche de miedo. Será genial.
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