martes, 23 de noviembre de 2010

De aeropuertos y cuentos de hadas


En algún momento de nuestras vidas, todos hemos dejado volar nuestra imaginación hasta regresar a nuestra infancia y volver a pensar en esos sueños que sólo tienen los niños. Es cierto que en la vida real, y aún siendo mayores, en algunas ocasiones seguimos teniendo esos sueños, con algunos cambios o distintos matices, pero que al fin y al cabo siguen conservando la misma esencia. Por eso, creo que todos en algún momento hemos estado en un aeropuerto y hemos echado la mirada hacia atrás esperando hasta el último momento que apareciese alguien; alguien que, pese a desearlo con todas nuestras fuerzas, sabemos que no va a estar allí, bien porque ese no es su sitio, porque no es consciente de todo lo que está pasando o bien porque todavía no ha llegado el momento de que esté ahí; pero aún así seguimos esperando, de pié, inmóviles, conservando la esperanza hasta quedarnos sin aliento. Es cursi, lo sé, pero siempre he soñado que ese alguien estuviera en ese mismo aeropuerto, sonriendo y dándome a enternder que nos veremos a la vuelta.

Dentro de tres días estaré en el aeropuerto dispuesta a coger un avión con destino a Roma, caminando entre miles de personas que van y vienen desde y hacia destinos insospechados; y estaré allí, mirando a derecha e izquiera, esperando. En fin, ya lo veis, los sueños de príncipes encantados que salvan princesas en peligro no sólo los tienen los niños cuando son pequeños e inocentes.

1 comentario:

Karlos GlezArce dijo...

Es bueno, tanto como escribir, tanto como leer cosas buenas.
sencillo bueno...como el pan...

feliz.