miércoles, 26 de enero de 2011

Nuevo miembro de la família

Mel
Hace tiempo que quiero presentaros a alguien, pero por una cosa o por otra, siempre acabo escribiendo sobre otras cosas. Se trata de Mel, la gata que tenemos en casa y se llama así porque tiene los ojos del color de la miel. A finales de agosto, Orió (el gato que por entonces teníamos en casa) se puso enfermo y lo tuvimos que sacrificar. Pero unas dos semanas después de esto, me di cuenta de que en el bosque que hay detrás de mi casa, había tres gatitos pequeños, que no debían tener más de un mes y algo. Dos de ellos desaparecieron, y la más preciosa se quedó sola. Así que un día me pase toda la mañana sentada en la acera esperando a que ella se acercara, para así poder cogerla y subirla a casa. Recuerdo que mi madre, cuando Orió murió me dijo que por el momento no quería tener más gatos, pero cuando me vio subir con la gata en brazos no pudo decirme que la devolviera a la calle; así que la adoptamos. Se pasó dos días detrás de la lavadora porque tenía miedo de nosotros, pero poco a poco dejó que la cogiéramos, que la acariciaramos, y ahora es ella la que se acerca y se pone entre tus piernas para que la mimes. Hay momentos en que es un terremoto y hace que me enfade porque pone pelo por toda mi ropa limpia o se mete en mi armario para no tener frío, pero luego pienso en lo mucho que me gusta que se suba a mi cama todas las mañanas y me dé los buenos días, ver como viene a toda prisa del salón cuando oye que enciendo la impresora y se quede mirando como sale el papel, que cuando me lavo los dientes se aguante con las patas de delante en el lavabo y se ponga a mirar como sale el agua del grifo o que cuando estoy trabajando con el ordenador se suba a la mesa y se duerma entre la pantalla y el teclado y empiece a ronronear.
Orió

Dicen que los gatos no son como los perros, que no te entienden cuando les hablas, que no te hacen compañía, pero os aseguro que ella es diferente, porque cuando la llamas por su nombre acude a ti, cuando le tiras alguno de sus juguetes te lo trae de vuelta para que se lo vuelvas a tirar y no os imagináis la compañía que nos hace aquí en casa. Es una pena que Orió ya no esté, porque hasta la fecha es el gato más listo y especial que he conocido nunca y cuando le hablabas te miraba como si te entendiera. Y todavía me asombra ver lo mucho que se puede llegar a querer a estos animales.

4 comentarios:

Luz dijo...

Hola, soy Luz y creo que esta es la primera vez que me paso por tu blog,no sabes de que manera te comprendo con respecto a los gatos,ami me encantan ,siempre los he tenido y son mucho mas inteligentes que los perros,y el nombre,siempre el mismo,Nino,o Nina según el sexo.Mucho cariño para ti y para MEL.

Oscuro dijo...

Sinceramente no me gustan muchos los animales. Nunca tuve un gato, un perro ni ninguna otra mascota cuando era pequeño (lo más que llegué a tener fueron unos peces). Ahora que he dejado de ser pequeño y tengo mi propia casa, me siguen sin gustar, jejejejeje.

Pero bueno, comprendo a la gente que sí les gustan, me alegro mucho por ellos, y sí, sin duda hacen mucha compañía.

Un besito

Kashtanka dijo...

No me llevo muy bien con los felinos, pero estos son adorables.

Qué penilla por Oriò. Disfruta de Mel.

Besos!!

Morland dijo...

Yo desde pequeña siempre me han gustado los gatos y siempre hemos tenido alguno en casa. Gracias por pasarte Kashtanka^^ un besote para ti