sábado, 11 de diciembre de 2010

De mapas y brújulas

En algún momento de nuestras vidas, dejamos de hacer algo sin saber porqué, pero ya no volvemos a hacerlo. Y luego un día te levantas y recuerdas que hace tiempo dejaste de hacer aquéllo, e intentas volver a hacerlo, intentas recuperarlo, pero ya no es lo mismo y en tu interior notas un cambio.

Ayer por primera vez en seis meses, me metí en la cama a las once de la noche, me puse una peli y a la media hora me quedé dormida. Hacía medio año que no lo hacía, y me resulta raro pensarlo, porque todo el año pasado esto llegó a convertirse en mi rutina de los viernes. Y me gustaba. Pero un viernes supongo que dejé de hacerlo y poco a poco fui olvidándolo.
Las cosas cambian, se transforman, desaparecen o reaparecen, eso es evidente; y hoy me doy cuenta de que en seis meses todo ha dado un giro de 360º hasta quedar desfigurado y casi sin poder reconocerlo. O puede que lo que me ocurra sea que no me reconozco ni a mi misma. Yo no solía ser así; todo siempre estaba en orden y organizado; y ahora cuando miro en mi interior veo una maraña de unas dimensiones considerables, la cual, por suerte o por fortuna, todavía está lejos de caer en el pesimismo y la tristeza. Me siento perdida, (aunque mi sentido de la orientación sea bastante bueno) es cierto, pero no desisto. Esto me ha hecho recordar que alguien me dijo una vez, no hace mucho meses, que tuviera cuidado porque tener demasiado tiempo para uno mismo no solía ser muy bueno porque éste venía con regalo incluido: las comeduras de coco; por lo que no se equivocó mucho. Pero lo que me cabrea no es el hecho de comerme la cabeza o no comérmela, sino que a la gente sólo se le ocurra decirte frases como: "que suerte tienes de poder tener tanto tiempo para ti" o "pues que bien vives". Juro que el próximo que me lo diga, se la carga.

En fin, perdiré a los Reyes Magos que me traigan un mapa para encontrarme y una brújula para orientarme, ya que este año me he portado bien y creo que me lo merezco.

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